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Purga

  • Writer: Alberto Fuentes López
    Alberto Fuentes López
  • Sep 16, 2021
  • 3 min read

Nadie habla de los que se aprovechan del débil para hacerse fuerte. Pasa en la Casa Blanca y pasa en casa de la tía Blanca. Pasa, da igual dónde.

*Escena del filme 'La primera purga' (2018)


Un día me levanté después de haber soñado que la película de 'La Purga' era posible. En ella, una Estados Unidos distópica y con gobierno totalitario celebra cada año una noche donde todos los delitos dejan de serlo y asesinar es un acto legal. Se hace para controlar la población: las personas más pobres, con menos medios y menos protección, morirán. La clase acomodada, confinada en sus casas con la máxima seguridad, disfrutarán de una velada tranquila. Hay un proverbio africano que dice que cuando dos elefantes luchan, la que más sufre es la hierba. Cuánta razón. Los grandullones se pelean y lo pagan los de abajo. ¿Les suena? Hay proverbios para todo. Hasta para esta película, que imaginé posible en mi sueño, por cierto, donde no era muy buen pistolero. Imaginemos que 'La Purga' existe. Que una noche puedes convertirte en un justiciero malévolo sin principios ni ética, usar armas de verdad y liarla de verdad. Matar. Venganza. A por quién irías primero. ¿Irías? Demasiado psicópata pensarlo. Los llaman pensamientos intrusivos y todas las semanas los tengo. Me da pudor contar algunos así que me agarro fuerte a la autocensura, aunque voy a contar el más suave. Cuando escucho mucho el paso de un avión, me asomo, la sigo con la mirada y me hago dos preguntas que separan el bien y el mal: ¿Hacia dónde viajará? ¿Y si ahora mismo se estrella? Me hago más la segunda que la primera, confieso. Lo único que deseo purgar no son personas ni aviones sino ciertas cosas que hacen ciertas personas y no necesariamente en aviones. Por ejemplo, ir en coche y echarle las largas a alguien como diciendo "quítate, pero quítate ya, que voy con prisas y eres más lento que un caracol con escayola y quiero adelantarte pedazo de escoria". Generalmente son hombres con coches de alta gama. Me los imagino pronunciando esas palabras con ese estilo agresivo, y me siento como un delantero centro que nota en la nuca a Pepe, en sus tiempos de central cabeza loca del Real Madrid, con un historial de patadas respetable, listo para acariciarte el tobillo con sus tacos.


Mi purga va deseada para los que ganan a costa de que otros pierdan. Pero Houston, tenemos un problema. No hay una cosa sin la otra. No hay oro sin la plata. Desgraciadamente, no hay ganadores sin perdedores.

Deseo una purga sin contemplaciones a los que fardan, mienten compulsivamente, viven sin empatía, habitantes de jaulas ideológicas cerradas con candado y las personillas tacañas que cuanto más tienen menos comparten y más deben. Prácticamente en todas las películas de la saga de 'La Purga' aparece el elemento común de la corrupción, porque -spoiler- donde hay muerte hay corrupción. Y donde hay desfavorecidos parece que siempre hay ganancias para unos pocos. El aceite de palma, la cocaína, la delincuencia o las casas de apuestas dañan todo a su paso, pero nadie habla de los que se aprovechan del débil para hacerse fuerte. Pasa en la Casa Blanca y pasa en casa de la tía Blanca. Pasa, da igual dónde.

Nadie se libra del ser humano carroñero, que brilla con la luz de otro, que triunfa con la injusticia del de enfrente. Mi purga va deseada para los que ganan a costa de que otros pierdan. Pero Houston, tenemos un problema. No hay una cosa sin la otra. No hay oro sin la plata. Desgraciadamente, no hay ganadores sin perdedores. Lo bueno es que hemos venido a esta película a perder mucho y a ganar de vez en cuando. Entonces me repito que disfrutar de la victoria es tan importante como haberla conseguido. Por el simple hecho de que están fabricadas, dicho de manera cursi, con los mismos materiales que una estrella fugaz: el sentimiento de victoria dura poco, pero es intenso. Lo mejor de todo es que ese triunfo fugaz, sin saberlo, terminará alguna vez siendo eterno. Cuando me adelantan con ese destello de luz provocador, siempre miro quién ha sido el apresurado. Le deseo algún mal que otro con solo una mirada, con la tranquilidad de que a todos nos llegará siempre el momento. Ese preciso momento donde nos pongan las luces largas para decirnos que nos apartemos. Donde también las pondremos nosotros. Y en ambos casos habremos ganado.


 
 
 

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