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Cosas que hiciste y no hiciste en 2024

Writer's picture: Alberto Fuentes LópezAlberto Fuentes López

La vida continuó y no hubo fin del mundo, porque siempre lo parece pero nunca lo hay

Atardecer sobre La Gomera: las nubes y el sol simulan la lava de un volcán.
Atardecer sobre La Gomera: las nubes y el sol simulan la lava de un volcán en erupción.

Por un barranco y con miedo al qué pasará. Empezó fuerte la montaña rusa. “Al mar hay que ir cuando se quiere algo y cuando no se sabe lo que uno quiere”, escribe José Luis Sastre en Las frases robadas. En 2024 buscaste al mar más que nunca. En el sol malaguita que siempre reclama, en un viaje exprés a Tarragona o en una doble visita a la favorita Tenerife: la brújula, coincidencia o no, casi siempre apuntó al mar. Tomaste una de las decisiones más difíciles de tu vida. La vida continuó y no hubo fin del mundo, porque siempre lo parece pero nunca lo hay.


Viajaste en solitario por primera vez. Te borraste Instagram durante cuatro meses en total. Sentiste miedo. No, tampoco pagaste para tener el título oficial de la universidad. Probaste un postre adictivo que se llama quesillo y que no lleva queso. Jalaste 44 pitufos y 20 molletes mixtos. Reíste como siempre y como nunca y como tiene que ser.


Fuiste a una psicóloga por primera vez. Te hiciste seis tatuajes de golpe. Y un aro en la oreja izquierda. Aprendiste que comunicarte es el primer gran paso para ponerlo todo en orden y en paz. Llevaste pantalones anchos de los que te hubieras reído en el pasado. Leíste quince libros y acertaste en la mayoría. Te volviste a ilusionar. Desilusionaste. Te desilusionaron.


Rebajaste la expectativa. Tuviste un sobrino perruno. Un año más te has reafirmado y querrías vivir en las Islas Canarias. Lloraste poco, pero lloraste bien. Te sentiste vulnerable y no está tan mal. Mantienes la receta de tarta de queso porque lo que funciona no se toca. Te sentiste valorado, ¿ayudaste a que tu gente sintiera lo mismo? Otra vez con los despistes. Debiste controlar impulsos. Repensaste demasiado. ¿Cuánto es demasiado?


Viajaste en solitario por primera vez. Fuiste cabezón tropecientas veces. Te sentiste vulnerable y no está tan mal. No te independizaste y te frustró más que nunca. Te echaron 18 años y también 29. Perdiste, ganaste y disfrutaste del camino.

Sigues siendo como los mejores delanteros, que no aciertan tanto en el gol cuando tienen demasiado tiempo para pensar. En el minuto 122 de la encerrona del Nou Estadi estabas allí y os gritaron "putos nazis". Gritaste el cántico del dónde están los balones en un festival de Salobreña. Sigues viendo la felicidad plena en esos segundos anteriores a un concierto, a un festival con amigos.


Subiste al Teide con la camiseta de Nico Williams de España. Fuiste cabezón tropecientas veces. Málaga se inundó por una dana. No despediste a un cercano, pero sí sentiste el dolor de gente muy cercana. No le hiciste tanto caso a Tamara Tenenbaum cuando habló de las decisiones que solo se toman con la certeza del deseo. Conociste el autosabotaje. Miraste adentro de los traumas de un niño que aún vive en tu interior. La magia sigue estando en las pequeñas cosas.


Quemaste la palabra aura. No te independizaste y te frustró más que nunca no poder hacerlo. No te cambiaste de peinado. Descubriste a un futbolista que se llama como tú. Te hicieron una sorpresa por tu cumpleaños. Otra vez olvidaste dónde aparcaste el coche. Google Maps sigue siendo innegociable. Leíste una frase que deja tambaleando a cualquiera: no hay nada más triste que pasar de la intimidad al protocolo. Reventaste el Spotify. No dejaste de morderte las uñas. Tampoco fuiste a Estados Unidos.


Hasta se retiró Rafa Nadal a veinte minutos andando de tu casa. Incluso te echaron 18 años y también 29. Perdiste, ganaste y disfrutaste del camino. Que pase el siguiente.

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