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Estar chill

  • Foto del escritor: Alberto Fuentes López
    Alberto Fuentes López
  • 16 jul
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 16 jul

Algo se torció cuando supe que no es cierto que se gana o se aprende, porque perder es una asignatura no optativa. Menos mal que la calma lo regula todo.

Cinco amigos aprecian el paisaje rural de Tenerife.
La calma de un viaje con amigos a Tenerife.

El otro día hablaba de frases lapidarias que quedan agarradas a la memoria para siempre. Todos decimos alguna y escuchamos muchas que van directamente a nuestro almacenamiento. Siempre recuerdo una que empezó como chascarrillo viral en toda España. Ahora, cada año que pasa, más me parece una norma. "La tranquilidad, la tranquilidad es lo que más se busca".


La espetó un niño de 12 años al borde de una piscina municipal en Teruel, cuando una reportera le preguntaba por qué le gustaba tanto estar en remojo. Con contundencia, sin rodeos: un adelantado a su edad. Factos de la España profunda. Si bien todos crecemos con el objetivo de la película de Will Smith que tanto hizo llorar al espectador promedio, En busca de la felicidad, madurar es darse cuenta de que es la tranquilidad lo que más vale la pena perseguir. Estar chill, según la jerga de los Zeta.


Ahí vamos, en busca del antídoto contra la ansiedad, un sentimiento general que reina en la actualidad, seas de la generación que seas. Porque el acceso a la vivienda, pilar de la frustración made in Spain, es una utopía tengas 23 o 45 años. Con la frase "tengo pechá de ansiedad" me cito todas las semanas, aunque sea un poquito y nunca quiera escucharla de mí o de mi círculo.


Menos mal que todo esto un día pasará. Pasa la vida y quedan los recuerdos, pasan las penas y quedan las huellas, pasan las personas y quedan los afectos o la indiferencia. Todos nos creemos imprescindibles hasta que dejamos o nos dejan (en el trabajo, en el amor) y, claro que no, ni la vida propia se desmorona ni la ajena se desvanece. Aunque la ansiedad y el overthinking se multipliquen.


Cada vez más lo que conviene, al final de nuestros días, es irse a la cama tranquilo, en paz, en calma. Chill. Sin trankimazín ni ashwagandha. Uno no quisiera probarlo, lo otro tengo que volver a pedirlo por Amazon para tener provisiones. Qué remedio, el alivio puede doparse y no hay control antidopaje que lo impida. Ventajas de no ser deportista de élite.

Decir lo que tanto te costó. Recuperarse de un derrumbamiento. Comer atún en Tarifa, coger el punto con amigos que ya no ves tan a menudo. Un baño frío en la playa, un café con hielo. Y entonces, pensar que uno ya puede morirse tranquilo.

Leí una vez que la felicidad es cómo te llevas entre lo que tienes y lo que te gustaría tener. Me llevo bien con todo el mundo menos conmigo mismo, muchas veces. Tengo la consciencia de que Lo Que Tengo está bien, pero nadie habla de lo que ocurre si no tienes mucha idea de Lo Que Te Gustaría Tener y también Ser.


Por aquí otro que se sepulta preguntándose quién es y qué quiere realmente. Escribo por coquetería y por dinero, pero estas líneas son por lo primero, aunque en búsqueda potencial de lo segundo. "Escribo porque, de entre todas las cosas que se pueden hacer por dinero, juntar letras es la que menos me desagrada", dijo Leonor Cervantes. ¿Que qué busco? Por más que sobrepiense, siempre respondo lo mismo que el niño de Teruel: la tranquilidad.


Salir de un concierto que llevas esperando desde que escuchaste el primer acorde de La Canción. Zanjar baches y pasar a la siguiente pantalla. Decir lo que tanto te costó. Ponerle nombre y apellidos a la angustia. Recuperarse de un derrumbamiento. Comer atún en Tarifa, coger el punto con amigos que ya no ves tan a menudo. Un baño frío en la playa, un café con hielo que despierta a los muertos. Y entonces, pensar que uno ya puede morirse tranquilo.


Algo se torció cuando descubrí que la lucha libre es fingir. Cuando dejé de creer en los Reyes Magos. Cuando supe que no es cierto que se gana o se aprende, porque perder es una asignatura no optativa. Cuando decir que no es un placer del que abusamos poco. Cuando repetir las primeras veces es imposible o volver a ser feliz donde ya se fue es un arte complejo. Menos mal que la calma lo regula todo.


«Tengo la teoría de que una de las formas más puras de la felicidad reside en sentirse aliviada. El alivio provoca una ligereza que pronto se traduce en despreocupación, algo que, a la vez, te hace sentir libre; y ser libre significa ser feliz». Respaldo esta teoría del alivio de la periodista británica Hannah Jane Parkinson. Oposito a estar chill, aunque a ver si para estas quedan plazas, tal y como está el patio.

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