top of page

Envidia a las ardillas

  • Writer: Alberto Fuentes López
    Alberto Fuentes López
  • Aug 12, 2021
  • 3 min read

Ojalá afrontar lo nuevo con ese atleticismo, rapidez y actitud de convencerse de que, venga lo que venga, se puede saltar sin rasguños.


Comerse un helado McFlurry en un McDonald's era un gesto de puro placer hasta que el calentamiento global ha restado magia a cada cucharada. No estábamos preparados para que el helado que comemos nos sepa a madera, porque de madera son ahora las cucharillas para el helado y de cartón son las pajitas de los refrescos. El cambio climático y eso de la muerte al plástico. Se trata de un caso más de adaptación al medio, aunque salgan perdiendo nuestras papilas gustativas.


Esta semana ha vuelto a suceder: el 'streamer' Ibai Llanos regresó al centro del debate por haber estado con Messi charlando en el día de su desembarco en París. Salieron a protestar ciertos periodistas de esos que se quejan de que los youtubers son intrusos que les quitan el trabajo, confundiendo, otra vez, lo que hacen los creadores de contenido (entretenimiento) con lo que intentamos hacer los del gremio (periodismo). Estos soldados de la resistencia a los nuevos tiempos son inmortales y también pesadísimos. Lo peor es que existirán siempre porque siempre habrá cambios.


Los cambios producen rechazo y miedo. Porque dicen esa puta mierda de que más vale malo conocido que bueno por conocer. Que mejor quedarse uno con lo que tiene, porque vete a saber tú qué ocurre si se transforma en otra cosa. Pasó con Internet, Whatsapp, los coches eléctricos, el cambio climático, las mascarillas y los toques de queda, Messi sin Barça y Barça sin Messi, los videojuegos, las chanclas con calcetines... siempre es difícil digerir en un principio, igual que resulta complicado moverse del sofá recién comido.


Pues ojalá ser una ardilla.


En horas muertas pueden pasar cosas inimaginablemente curiosas como toparte con una información que te provoque admiración por estos animales inquietos y roedores. Unos científicos de la Universidad de California estudiaron cómo salta una ardilla y se sorprendieron cuando descubrieron que, a pesar de ponerles obstáculos de todo tipo y ante saltos imposibles a los que, probablemente, nunca se hubieran enfrentado, las ardillas no solo lograban saltar sin caerse, sino que lo hacían con unas piruetas improvisadas que recordaron a los más espectaculares movimientos del 'parkour'.


A muchos les resultará más sencillo adaptarse a una invasión con tanques que a Twitch. Llevamos mucho tiempo viviendo en cavernas y muy poco conectados al Wifi. Será eso lo que explique que haya tantos haters del cambio.

Esta manera fenomenal de adaptarse a situaciones nuevas no solo fue fruto de su inteligencia, que también, sino de su genética. Muy sencillo: durante miles de años, estos animalillos han tenido que sobrevivir saltando de árbol en árbol y corriendo por tierra para huir de depredadores, encontrar comida o refugio. Selección natural: quedarán solo las más capaces de vivir entre constantes cambios. Envidié a las ardillas cuando terminé de leer la noticia porque ojalá afrontar lo nuevo con ese atleticismo, rapidez y actitud de convencerse de que venga lo que venga, se puede saltar sin rasguños.


El problema es que no somos ardillas. Entonces vivimos en la era de las transformaciones con la elasticidad de un Playmobil. ¿Joder, otro cambio? Y nos pilla en fuera de juego, de esos que no necesitan revisión en el VAR.


Las hay sólidas y rígidas como un Toblerone sacado de la nevera. Las hay más líquidas y las hay más gelatinosas, pasa con las personas como pasa con los yogures o los helados. Las duras no encajan bien los nuevos tiempos y desprestigian una portada de dos chicos besándose; las líquidas se adaptan a cualquier cambio, por mínimo que sea, pero con un aguante poco fiable (como abandonar un proyecto por otro que termina muriendo por su inestabilidad), y las gelatinosas juegan en la otra liga. Esas actúan como ponerse los calcetines tras un madrugón de lunes, bien lento, bien pacientes, pero bien que encajan.


La ciencia, una vez más, nos pone en nuestro sitio y nos suelta que estamos diseñados para sobrevivir, pero con tantos cambios sutiles ya nos cuesta. A muchos les resultará más sencillo adaptarse a una invasión con tanques que a Twitch, una plataforma en edad de lactancia. Llevamos mucho tiempo viviendo en cavernas y muy poco conectados al Wifi. Millones de años contra unas cuantas décadas. El calentamiento global y las crisis climática son dos temas con pocos kilómetros recorridos, demasiado pocos para su importancia vital. Será eso lo que explique que haya tantos haters del cambio.


Como habrá gente que odie a las ardillas. Que sepan, eso sí, que si el mundo se acabara mañana, ellas brincarían a otro, mientras muchos de nosotros nos quedamos ahí, agazapados, incapaces de adaptarnos a lo que hay, lo necesario de cambiar nuestro hábitat, hábitos. Lo muchas veces inevitablemente necesario.



 
 
 

Commenti


¡Muchas gracias!

© 2023 by Design for Life

bottom of page