top of page

Pureza

  • Writer: Alberto Fuentes López
    Alberto Fuentes López
  • Jun 3, 2021
  • 4 min read

Dejar de lado la obsesión por los números, que son como el alcohol o los días de lluvia, malísimos en exceso. La lección que dejan tres genios quizá incomprendidos: Della, Flakko y Pucho.

Daniel se independizó a los 15 años, fue albañil, luego productor musical y luego un artista de música urbana que borró su primer gran tema, Made in Taiwan, porque acabó odiándolo. Pablo escuchaba Camarón y Ñengo Flow en sus tiempos mozos, lleva un año retirado de la escena musical y lo que menos le gusta de ser artista es tener que dar conciertos. Antón estudió filosofía, rapeaba con instrumentales de Drake y ahora crea “coplillas” y boleros porque quiere que su música trascienda. A veces uno aborrece lo que ama y necesita cambios. Estos tres jinetes de la libertad son Rels B (Daniel), Dellafuente (Pablo) y C. Tangana (Antón).


“Echaba mucho de menos la libertad. Si me dieran a elegir, [el contrato con Sony] no lo hubiera firmado”, reconoció en una entrevista a Los Xavales, canal de YouTube sobre música urbana. Le prometieron colaboraciones que luego no se dieron. No fue lo que él esperaba. Descubrió que, en la industria de las discográficas, el artista decide menos de lo que parece. Esa independencia es la que acabó anhelando Rels B, mallorquín, tatuajes old school, carismático, sonriente y de ese característico rollazo hiphopero. Tema tras tema, exitazo tras otro, se sentía cada vez más vacío. Casi sin saberlo. “Me encontré depresivo. No quiero ser más famoso de lo que soy. Obvio que no volvería a trabajar en la obra, pero en la fama se pasa mal en muchos momentos”, insistía en esa conversación.


La solución estaba en su interior. Quería ser libre y para ello solo había que tomar la decisión que todo ser humano se encuentra en vida: renunciar, decir que no. Decirle que no a Sony Music, la Champions League del panorama. El gigantesco sello discográfico que caza a talentos de la industria. Agarrado con una mano a los barrotes de una celda mientras cuatro palomas blancas vuelan libres alrededor. Así posa en la portada de su último disco, La Isla LP, el último con Sony. Adiós a esa celda y esos barrotes. Un nuevo Rels B anda suelto. Y mantiene su esencia.


La Isla LP, el último disco de Daniel Heredia (Rels B)
La Isla LP, el último disco de Daniel Heredia (Rels B)

A Dellafuente no le gustan los focos. Es la paradoja del artista tímido que no se identifica con la parafernalia de su mundillo. “Disfruto más en el estudio haciendo música que en un escenario interpretándola. A mi lo que me gusta es hacer música, no todo lo demás”, confesó a El País. No le apasionan los conciertos. Tampoco las entrevistas, como a su colega Rels. A Della se le conoce mejor a través de sus canciones. “No tengo na que contarles, que yo quiera que mencionen, to’ lo que es relevante ya lo digo en las canciones”, canta en La Recomellía. Habla de lo que le rodea. Todos los días, ha asegurado en muchas ocasiones, se replantea su música. Huye de las etiquetas; ni rap ni R&B ni trap ni folclore atemporal ni reguetón ni bachata ni rock alternativo, pero a la vez una mezcla de todo eso.


El granadino sacó su último álbum en 2020, llamado D.E.P (Descanso En Poder) y lleva desde entonces retirado indefinidamente, aunque ha aparecido en diferentes colaboraciones con otros cantantes. Ha sido papá y eso influye. Un descanso sin fecha de retorno porque lo primero es lo primero. Y lo primero no son los fanáticos. Su reflexión es una confesión: “¿Doy a la gente lo que realmente quiere o tiro para otro lado? Hay que explorar caminos nuevos; mis demonios interiores están explorando vías no tan comerciales”.


Un cruce de caminos donde hay que elegir entre dar lo que la gente quiere o hacer lo que uno siente y esperar que triunfe por sí solo. Sin necesidad de forzar. Dejarlo todo al natural. Qué poco tiene que llenar esa sensación de tener éxito haciendo algo que no te gusta. Algo así pensaría Antón Álvarez, que dio carpetazo a un disco que tenía listo para sacar porque "no estaba a la altura".


C. Tangana y Dellafuente, en la promoción del exitoso single 'Guerrera', en 2017 (RedBull)

Ambos artistas tienen una base bien consolidada en cuanto a fans. A Antón, Pucho, Puchito o conocido por cualquiera como C. Tangana le ocurre algo parecido. El Madrileño arriesgó y todo le ha salido redondo. Su último disco ha sido un ejemplo de cambio, de riesgo y de éxito. Empezó rapeando, se pegó más todavía en la escena nacional con el trap y vino la pandemia para darle un vuelco a su vida. Se hizo la misma pregunta que uno se hace cuando llega al tope máximo de la rutina. ¿Estoy disfrutando de lo que hago? ¿Realmente esto que hago me llena?


Saber gozar lo que uno hace sin guiarse por los gustos y antojos ajenos. Un rapero cantando boleros. Dellafuente poniendo voz a una banda de rock alternativo andaluz, Taifa Yallah. Rels B abandonando un transatlántico llamado Sony para ser libre en su propio mar Mediterráneo.

Terminó petándolo con su disco El Madrileño, donde aparecen La Húngara, Jorge Drexler, Andrés Calamaro, Kiko Veneno o los Gipsy Kings. El chulo de Madrizzz que la rompía con sus rimas barriobajeras se vistió de seda, se engominó y arrancó a tocar las palmas hasta parir una música tradicional con toques de urbana. Un cóctel de boleros, coplas, mucha guitarra y quejíos.


Mucho en común entre ellos, y no solo porque hayan colaborado de manera cruzada. Tres talentos que pertenecen o han pertenecido a Sony Music. Un trío que ha seguido su instinto y, simplemente, han querido hacer lo que les ha dado la real gana. La lección de Flakko (Rels B), Chino (Dellafuente) y Pucho (C. Tangana) -dinero y fama aparte- es la lección de algo tan simple como disfrutar del camino.


Dejar de lado la obsesión por los números, que son como el alcohol o los días de lluvia, malísimos en exceso. Saber gozar lo que uno hace sin guiarse por los gustos y antojos ajenos. Un rapero cantando boleros. Dellafuente poniendo voz a una banda de rock alternativo andaluz, Taifa Yallah. Rels B abandonando un transatlántico llamado Sony para ser libre en su propio mar Mediterráneo. Hablemos de la pureza. Eso de sentir y hacer, sin aditivos, sin conservantes ni colorantes.




 
 
 

Comments


¡Muchas gracias!

© 2023 by Design for Life

bottom of page