Reírse entre los muertos
- Alberto Fuentes López
- Jun 17, 2021
- 3 min read
Updated: Aug 21, 2021
La vida tiene un guionista "bastante hijo de puta". Son las contradicciones del día a día, son los chistes en el entierro y las tragedias en la broma.

"La vida te pone en un entierro donde se cuenta un chiste buenísimo y en mitad de un monólogo te están dando la noticia de la muerte de tu padre. El frío y el calor. La vida tiene un guionista bastante hijo de puta". Palabras de Berto Romero. Verdades como puños, paradojas que hacen vibrar los cimientos de nuestra ética.
He venido unos días a Barcelona a visitar a un amigo y en el segundo acabamos en el cementerio de Poblenou, tres de la tarde, sol pleno, paisaje fantasmagórico. Me sentí identificado con la reflexión de Berto. Reíamos entre broma y broma en esos inmensos pasillos llenos de nichos con personas que ya no están. Qué imagen de contraste: visitando la muerte sin quererlo, a carcajadas ante ella como pequeños inocentes. Normalizando, sin pensarlo, que ahí acabaremos todos, en la nada, agarrados con fuerza en el recuerdo de alguien. Y habrá risas después del llanto, quizá en otro grupo de jóvenes que paseen risueños por las avenidas de un cementerio.
Los psicópatas sonríen matando. Nosotros reíamos entre los muertos. Me sentí mal por un momento, confieso. Pero sí, son las contradicciones del día a día, son los chistes en el entierro y las tragedias en la broma.
Vivimos en una película larga, con giros inesperados y personajes de todo tipo. En una serie que a veces engancha, a veces aburre, pero siempre intriga y siempre sorprende. En un libro que se lee con ilusión o que se lee por inercia, que produce sueño instantáneo, que pesa cuando son varios en la mochila, que emociona y teletransporta recuerdos. Demasiado cuerdos estamos en el mundo para tantas cosas que pasan... para que la mente nos explote.
Paseando por Barcelona, hubo momento de fotos a la catedral y poses de postureo. Pero miras a la izquierda y ves a un anciano dibujando a lápiz en una libreta el monumento que nosotros estábamos tapándole mientras apretábamos el botón de la cámara. Contraste. En la noche, una persona sin hogar dormía en el escaparate de una tienda de ropa. Una imagen, una palabra, un mensaje potente que invita a la reflexión: la tienda se llamaba DESIGUAL.
El guion de nuestra rutina lo escribimos a medias. Lo que se puede controlar lo descontrolamos y lo que nos impone el director de nuestra película, de identidad anónima, nos pilla en fuera de juego.
Recuerdo cuando entrevisté al mago malagueño Juan Herrera y me dijo que los magos "atacan al intelecto". La vida es eso, un constante ataque a nuestra inteligencia. Querer lo que no se tiene y valorar lo que se pierde en lugar de hacerlo cuando se tiene, porque estamos aquí para complicarlo todo un poquito más. Nos gusta ser masoquistas, nos fabricaron para contradecirnos.
El guion de nuestra rutina lo escribimos a medias. Lo que se puede controlar lo descontrolamos y lo que nos impone el director de nuestra película, de identidad anónima, nos pilla en fuera de juego. Pero y qué. Hemos venido a improvisar sobre la marcha, a tener que lidiar con batallas morales como viajar a Barcelona y bromear entre tumbas, mirar escaparates y encontrar injusticias. Como reírse de uno mismo y llorar por un ajeno. Porque estamos construidos de contradicciones y somos adictos a ellas. Por pura supervivencia.
Comments