75 cosas que hiciste y no hiciste en 2021

Mirar una autopista desde la montaña. Ese coche va a 120 por hora, pero unido a otros muchos y desde la lejanía parece que va a cámara lenta. Se funden y cambia la percepción del espacio-tiempo. Rápido y lento a la vez. Pues lo mismo. Trescientos sesenta y cinco días dieron para mucho. Hasta quedó tiempo para el aburrimiento.

Aprendiste un nuevo deporte, bendito fútbol americano. Pagaste por Bizum más de 70 veces. No te tomaste un café con Hovik Keuchkerian, Mamen Mendizábal ni Nathy Peluso. Perfeccionaste (pero no mucho) tu receta de tarta de queso. Volviste a disfrutar del fútbol en directo y con público. Le presentaste la Rosaleda a tu novia y a tu madre. No te levantaste a la primera ninguna mañana. Te estafaron con un empleo. Vomitaste. Empezaste un diario literario porque aprendiste que siempre son susceptibles de ser publicados. Cerraste etapas, te cerraron puertas y se abrieron ventanas inesperadas.

Sigues queriendo mucho, crees de veras, pero muy a tu manera.

Te confundieron con un jugador de fútbol a la salida del estadio: anécdotas que te regala la mascarilla. No fuiste, un año más, al fisioterapeuta. Volvió a pasar, se te partió una muela, esta vez comiendo una galleta. Quedaste tercero en un premio de periodismo deportivo, aunque para tus seres queridos eso es ganarlo, no quedar tercero.

Te decepcionaste por tener expectativas. Decepcionaste tú. Desaprendiste. Te dejaron presentar un programa de televisión, sí, al mismo que decía que en la televisión no se veía "ni de coña".

No cumpliste el consejo que más tiendes a desobedecer: no salgas a la calle sin dinero en metálico. Volviste a gozarlo con las pequeñas cosas [...] Olvidaste 24 veces dónde estaba aparcado tu coche. Echaste de menos y no lo dijiste. Echaste de más y tampoco

No estuviste a la altura en muchas situaciones. Volviste al gimnasio. No ahorraste lo que te gustaría porque nunca se ahorra lo que nos gustaría. No te apasionó Barcelona, sí los reencuentros, sean donde sean. Cambió tu cuarto de color y de lámpara y de estor y de decoración, ordenaste los libros por editoriales (?). No cumpliste el consejo que más tiendes a desobedecer: no salgas a la calle sin dinero en metálico. Volviste a gozarlo con las pequeñas cosas. Otra vez se quedó tu coche sucio durante semanas porque supuestamente iba a llover al día siguiente.

Saliste a correr 29 veces. Sigue dándote apuro hacer llamadas. Probaste la droga gastronómica que domina el mundo actual, la trufa. Dudaste cinco veces de tu propia edad. No fuiste lo suficientemente cariñoso con quien lo merecía. No pusiste una lavadora. No tuviste la constancia que querías (otra vez). Gran decisión: te inscribiste en un taller de escritura creativa de Pablo Bujalance. No te independizaste. Envejeciste en una cola de Correos. Le hiciste una pregunta a Pau Gasol antes de que se retirara.

No te despediste de nadie.

Te reenamoraste de La Alhambra y de Granada. Te diste algún capricho. No te has tatuado todavía. Tuviste tu primer vinilo sin tener antes un tocadiscos porque el orden de los factores no altera que te puedan llamar subnormal. Olvidaste 24 veces dónde estaba aparcado tu coche. Echaste de menos y no lo dijiste. Echaste de más y tampoco. Te montaste en una montaña rusa llamada pandemia, donde en cada curva hubo una incertidumbre, donde en cada pinchazo de Moderna hubo un suspiro de tranquilidad y donde en ciertos tramos hubo desconfianza. En todo el trayecto: guerra mental.

Poco te importó

No fuiste puntual casi nunca. Poco te importó. Empezaste a sospechar de que el horóscopo tiene a veces demasiada razón, pero te mantienes estoico y sigues con lo de "yo no creo en esas cosas". Quince libros has leído. Escuchaste tantos podcast que llegaste a estar incómodo en el silencio. Volviste a ser torpe y patoso, ¿cuántas veces te has repetido que intentar hacer tres cosas a la vez es un primer paso para terminar haciendo mal todas?

Otro año que no te pones en la barrera en un lanzamiento de falta. Al menos has vuelto al césped a jugar pachangas algunos miércoles. Has empezado un libro y lo has abandonado y no te da pena el afectado. Has comido mucho, has comido bien, pero otra vez has pensado que te ibas a quedar con hambre. No te has comprado unas Jordan XI low. Te han insultado por Twitter. Sigues siendo más de series que de películas. Volviste a ir de casa rural con tu gente. Te agobiaste 117 veces en un vaso de agua.

Leíste a Leila Guerriero y quisiste escribir crónicas como ella. Visitaste El Algarve en verano y escribiste una, la de los tres perros con tos seca y el tomate de Coín. Te has parado con seis captadores de oenegés y dos de fibra óptica. Sigues sin aguantar a la gente que va escuchando música sin cascos por la calle. La cagaste por falta de comunicación y eres periodista, qué cosas. Aprendiste a organizarte mejor, pero procrastinar es tu forma de vida.

Te rodeaste bien, te alegraste de los logros y buenas noticias de los tuyos y tuviste salud, tuvieron salud. De todo lo anterior casi nada importa.

Ciao, 2021. Que pase el siguiente y que siga sobrando tiempo para el aburrimiento.